Quiero decirte una cosa: aprende a ser tu propio entrenador filosófico.
¿Y por qué?
Porque la filosofía, a pesar de su reputación de oscura y dificultosa, ofrece grandes resultados prácticos.
Sí, así es.
La práctica de la filosofía supone emprender un viaje de autodescubrimiento. Ya no solo del mundo que nos rodea y su complejidad, sino desde nosotros mismos; desde nuestras propias experiencias.
La vida puede y debe interpretarse en clave filosófica, ya que es la mejor forma de sacarla partido.
Por eso me gusta enseñar a las personas a que aprendan a ser consejeras de sí mismas. Y no porque no necesitemos la ayuda de otras personas, sino porque es un hábito que reactiva constantemente la pregunta por el sentido de nuestra existencia.
Pero, ¿y esto para qué sirve?
La pregunta por el sentido reactiva nuestra conciencia de ser.
La rutina o las prácticas metódicas nos alejan de esa pregunta esencial por el sentido, por el porqué de esas prácticas que realizamos.
Nos adormilamos.
Y la pregunta por el sentido representa el bofetón que necesitamos para despertar; cuestionarnos a nosotros mismos quiénes somos, qué deseamos y cuál es el mejor camino a tomar desde la posición que ocupamos en la actualidad.
En este cuestionamiento, que supone una conciliación con el ser, las personas reajustamos nuestras creencias, sensaciones y valores. Somos capaces de captar el problema fundamental y de barajar diferentes opciones para solucionarlo.
Pero realizar esta tarea no es sencillo. Hay que aprender a despertar y después a saber mantenerse despierto.
Por ello, para asesorarse a sí mismo de una manera objetiva, controlada y eficiente, es aconsejable primero dejarse asesorar por alguien que entiende e interpreta la realidad en esta clave filosófica.
Un filósofo.
O filósofa, claro.
Los filósofos, aunque seamos vistos la mayoría de las veces como seres solitarios e incomprendidos, siempre trabajamos acompañados.
Esto es así porque nos acompañan 2500 años de tradiciones filosóficas.
Así que no nos sentimos solos.
Nuestra labor consiste en ayudar a nuestros consultantes a que encuentren una interpretación filosófica de sí mismos, y que en esa operación consigan resolver sus conflictos y dilemas del mejor modo posible.
La filosofía habría desarrollado las herramientas idóneas para identificar y superar dichos conflictos.
Conociendo estas herramientas y poniéndolas en práctica, sentirás que eres capaz de convertirte en tu propio dueño, de mostrarte sereno y de saber qué hacer en cada situación.
Pero recuerda. Los problemas no tienen una solución inmediata. Eso te lo venderán los gurús, esos que hablan de fórmulas rápidas y universales de la felicidad, como si existieran...
Yo no te engaño. El camino de la exploración interior suele requerir mucho tiempo y esfuerzo.
Por eso vale la pena.
Solo aquello que supone esfuerzo, lo vale.
Si seguimos el procedimiento PEACE, que recorre necesariamente la dimensión intelectual defendida por el coaching filosófico, nos damos cuenta de la dificultad que hay en superar el primer paso: identificar el problema.

A continuación te presentaré un caso de sesión de coaching filosófico, donde tan solo se muestra la primera etapa del método PEACE, que entraría dentro de la dimensión intelectual.
APRENDIENDO A IDENTIFICAR EL PROBLEMA
El coach filósofo operaría en esta primera etapa del método PEACE de la siguiente forma:
Consultante: Mi problema es que no duermo bien por las noches. No descanso lo suficiente.
Coach filósofo: ¿A qué cree que puede deberse?
Consultante: no lo sé. Solo sé que llevo un par de meses en esta situación y estoy agotado.
Coach filósofo: ¿no ha podido ocurrir algo importante para usted a partir de ese momento en el que dejó de dormir bien?
Consultante: pues...no sé. Quizá...bueno, hace dos meses vino mi ex mujer a verme. Me dijo que cambiaría de ciudad, pero que seguiría trayéndome cada dos semanas a mi hijo Nico.
Coach filósofo: ¿A partir de ese momento dejó de dormir bien?
Consultante: bueno...en realidad llevo más tiempo durmiendo mal. Pero ya digo que en estos últimos dos meses ha sido horrible. Bueno, y lo sigue siendo.
Coach filósofo: así que el problema lo viene arrastrando de antes, aunque ahora se haya agudizado. ¿Cuándo se separaron su ex mujer y usted?
Consultante: hará un año y medio más o menos.
Coach filósofo: ¿tiene pesadillas?
Consultante: no lo recuerdo. Aunque...creo que sí.
Coach filósofo: ¿Están relacionadas con su ex mujer o su hijo?
Consultante. Sí, ahora que lo dice... tengo pesadillas con mi mujer. Bueno, con mi ex mujer.
Anotación del coach filósofo: Hipótesis: problema fundamental, su mujer. Causa de insomnio.
Coach filósofo: hábleme de ella.
Consultante: ¿de ella? ¿Por qué? ¿Qué quiere que le cuente?
Anotación del coach filósofo: su expresión corporal ha cambiado, y ha realizado tres preguntas rápidamente. No ha sabido controlar sus emociones en este momento. Ha habido alteración.
Coach filósofo: solo quiero que me diga cómo es su relación con ella.
Consultante: pues es mi ex, no sé. Como la relación de todos los ex, supongo.
Anotación del coach filósofo: el consultado se cierra, no aporta información. Es el tema que le duele de verdad.
Coach filósofo: ¿y su hijo Nico?
Consultante: no, bueno. Nico no tiene nada que ver. Está bien con su madre y yo no me quejo al verlo cada quince días.
Anotación del coach filósofo: reconocimiento de que el problema sea su ex mujer, aunque aún no lo haya declarado abiertamente.
Coach filósofo: ¿podría decirme al menos si su relación actual es cordial?
Consultante: ¿con mi mujer? Sí, cordialísima. No hay ningún problema.
Anotación del coach filósofo: ha dado un paso hacia atrás. Oculta o no quiere ver que su problema fundamental viene de su ex mujer, que muy probablemente sea el foco de su insomnio. Él mismo ha reconocido que duerme peor desde que vino su ex a decirle que se marchaba de la ciudad. Es el momento de hacérselo saber.
Coach filósofo: es curioso, su relación con ella es cordial pero sin embargo reconoció dormir peor desde que hace un par de meses le dijo que se marcharía de la ciudad. ¿No es cierto?
Consultante: bueno...sí.
Coach filósofo: ¿se ha marchado ya a la otra ciudad?
Consultante: no, aún no. Pero lo hará la semana que viene.
Coach filósofo: ¿y no tiene nada que decirle antes de que se marche?
Consultante: ¿qué? No, ¡qué le voy a decir, hombre! Que adiós muy buenas (tono burlón y algo resentido).
Coach filósofo: creía que su relación era cordial.
Consultante: sí, claro.
Coach filósofo: ahora no lo creo.
Consultante: bueno, somos ex, no nos podemos llevar bien del todo. Hay cierto rencor.
Anotación del coach filósofo: reconoce que hay rencor. Su relación viene determinada por el pasado; un pasado no perdonado. Se lo haré saber.
Coach filósofo: tener cierto rencor hacia su ex pareja no tiene por qué darse en todos los casos. Hay personas que terminan sus relaciones y después se llevan mejor que en su situación anterior.
Consultante: pues serán casos raros.
Coach filósofo: ¿no es el suyo, verdad?
Consultante: hombre....no.
Coach filósofo: reconocerá entonces que no tienen una buena relación. Que no se peguen o no discutan no significa que haya buena relación.
Consultante: bueno...ya. Prefiero no pensar en ello.
Coach filósofo: pero piensa en ello...
Consultante: pues sí.
Coach filósofo: y le duele.
Consultante: ah, no, no. Si ella no es el problema de mi insomnio. Es el trabajo.
Anotación del coach filósofo: ha llegado a la conclusión de que ella efectivamente es el problema, pero no ha querido reconocerlo. Ha relacionado su problema con el trabajo, como si todo lo hablado no significara nada para él. Tras su desviación, yo le sigo.
Coach filósofo: entonces su problema es el trabajo, ¿verdad?
Consultante: sí, creo que sí.
Anotación del coach filósofo: su seguridad al afirmar antes "es el trabajo" se ha desvanecido con su ahora "creo que sí".
Coach filósofo: ¿cree que es el trabajo?
Consultante: sí.
Coach filósofo: ¿de verdad?
Consultante: ...sí. Bueno, para eso acudo a ti. Para que me lo digas tú.
Anotación del coach filósofo: es consciente de su problema. Ya solo tiene que reconocerlo en voz alta.
Coach filósofo: ambos sabemos cuál es su problema.
Consultante: ¿ah, sí?
Coach filósofo: desde que ha venido solo hemos hablado de su ex mujer.
Consultante: ...ya, bueno...pero porque has sacado el tema.
Coach filósofo: creo que no recuerda la conversación que hemos tenido, pero cuando hablamos del momento a partir del cual comenzó a dormir mal, nombró a su mujer.
Consultante: ...
Coach filósofo: ¿por qué no quiere reconocer que el problema es su mujer? Usted lo sabe. Si no lo hace, no puedo ayudarle.
Consultante: vale.
Coach filósofo: ¿vale?
Consultante: sí vale, el problema es mi mujer.
Coach filósofo. Muy bien. Ahora trataremos de identificar qué representa su ex mujer en este momento presente, ¿ok?
Habríamos logrado el primer objetivo, que el consultante identificara al fin el verdadero problema.
Hemos visto que no es fácil.
Nos cuesta hablar de aquello que nos duele.
Pero esta operación es de suma importancia. Sin ella, no resolveremos nunca el problema y no podremos trabajar en otras fases que nos permitan seguir adelante.
Así que recuerda: aprende a ser tu propio entrenador filosófico.
¿Y tú? ¿A partir de ahora identificarás el verdadero problema?
ACERCA DEL AUTOR DE ESTA ENTRADA, JESÚS M.C.
Soy creador del blog Coaching Filosófico, donde comparto consejos basados en diferentes escuelas de pensamiento para ayudarte a pensar bien y para que te construyas un sistema de ideas coherente con tu naturaleza. Si quieres potenciarte y descubrir cuál es tu lugar en el mundo, has dado con el sitio correcto.
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