Hoy vengo a hablarte de Ricardo, un emprendedor que consiguió desarrollar un producto que le permitirá generar una cantidad de ingresos importante.
De hecho, tiene dos generosas propuestas encima de la mesa, emitidas por dos personas que quieren colaborar de una u otra forma con su producto.
Las propuestas son las siguientes:
· Propuesta A. Vender su producto (en estado embrionario) por 10.000.000 de dólares.
· Propuesta B. Aceptar 200.000 dólares por la venta de un 5% de su futura empresa, con la condición de desarrollar el producto y gestionar la empresa él mismo.
Ante tal disyuntiva nos preguntamos: ¿Qué decisión debe tomar Ricardo?

Difícil, ¿no?
Ahora metámonos en la cabeza de Ricardo:
Esto es lo que piensa de las dos opciones antes de elegir:
· Si elijo A. Vendo mi producto ahora por 10 millones de dólares.
· Si elijo B. Acepto los 200.000 dólares y desarrollo yo mi producto, lo que podría generarme mucho más beneficio que los 10 millones de dólares.
Algo típico ante esta situación es barajar cada una de las posibilidades desde la fijación de un fin. En este caso el fin de Ricardo es claro: ganar la mayor cantidad de dinero posible.
El deseo habría fijado ese fin.
La siguiente pregunta es la siguiente: ¿con qué opción puedo ganar más dinero?
La respuesta: puedo ganar más dinero con la opción B.
Así que, ¿qué puede hacer que no escoja esta opción?
Es a partir de aquí donde Ricardo imagina las consecuencias de cada elección. Hace una valoración más profunda a la hora de elegir una u otra opción.
En esta valoración se da cuenta de un factor importante: la incertidumbre.
La opción A le otorga seguridad, mientras que la opción B le ofrece incertidumbre.
Así, el siguiente pensamiento de Ricardo ante la opción B es:
Puede que no gane más dinero, puede incluso que me quede igual o pierda más dinero de los 200.000 dólares que me dieron.
La opción B le está empezando a generar dudas, a pesar de que su deseo había fijado esta opción como la más acertada para obtener el máximo beneficio económico posible (que era su fin).
Ante esta situación, Ricardo vuelve a barajar la opción A.
Esta opción le ofrece otro tipo de valor que no tiene la opción B: seguridad.
Si elijo la opción A, tendría 10.000.000 de dólares ahora mismo en el bolsillo.
· Beneficio : Garantía de 10.000.000 de dólares.
Pero le surge un problema con esta opción y piensa lo siguiente:
Me desprendo de mi idea y de mi producto. No podré generar más beneficios con este proyecto y puede que nunca más vuelva a tener una idea igual.
Como ves, cada opción tiene su lado positivo y negativo. Hay una ganancia y una pérdida.
¿Qué decisión debe tomar Ricardo entonces?
Todo parece muy complicado. Una decisión vital, sin duda.
Sin embargo, este análisis que ha realizado Ricardo, no es válido desde el punto de vista del Coaching Filosófico. En realidad el amigo Ricardo se podría haber ahorrado muchos quebraderos de cabeza si hubiese asistido a una consulta.
El Coaching filosófico, ante esta situación, considerará que no hay, por sí misma, una vía correcta o mejor que otra.
¿Entonces? ¿En qué nos basamos para tomar una de las dos vías?
Solo podemos hablar de una mejor o peor decisión desde el descubrimiento del mundo interior de la persona que decide.
El Coaching Filosófico propone el estudio del sistema de ideas de la persona que va a tomar la decisión. Seguramente Ricardo será aconsejado por varias personas. Unas les dirán que se incline por la opción A, y otras la opción B. Sin embargo, estos consejos son transmitidos desde sí mismos y desde la fijación de sus propios intereses. Y no queremos que Ricardo se deje mangonear por esas opiniones, ni que su falso yo hable por él. Queremos que se mire a sí mismo y que escuche su voz interior.
Parece que lo obvio es sostener que Ricardo lo que quiere es obtener el máximo beneficio económico de su elección y que a partir de ahí ha de trazar un esquema con los pros y los contras que se dan con la elección de cada vía. Sin embargo, no es obvio que el verdadero deseo de Ricardo sea obtener el máximo beneficio económico. Al menos, no podemos saberlo en un primer momento. Para ello, hemos de profundizar en la persona de Ricardo. Y nos encontramos con las siguientes características:
· No responde bien a la presión. Comienza a temblar y en muchas ocasiones llega a vomitar.
· No le gusta relacionarse con las personas demasiado tiempo.
· Le gusta tener una vida tranquila.
· La incertidumbre le incomoda.
· No le gusta la ciudad.
· Desea tener dinero para no preocuparse por él.
Entendiendo el sistema de ideas y valores de esta persona, y entendiendo que no desea modificar ese sistema que se ha ido creando (que es lo habitual), tenemos información de calidad para ayudar a Ricardo a tomar una decisión.
Dando por hecho que Ricardo tiene el deseo de ganar el máximo beneficio económico, tal y como habíamos supuesto que era lo normal, contemplamos las dos opciones de una manera más clara.
Ahora, en mi opinión, sí que podemos decidir cuál es la elección correcta. Porque lo correcto depende de cómo sea la persona que ejecuta la decisión. Por suerte, ahora conocemos el mundo interior de Ricardo, y esto nos facilita la tarea de asesorarle o, lo que es lo mismo, de hacerle ver quién es él.
¿Aún no sabes cuál es la mejor vía para Ricardo?
Es la opción A.
Sin embargo, como ya se vio, el "deseo" de Ricardo es elegir la opción B.
Tendríamos que preguntarle por qué.
La respuesta de Ricardo es la siguiente: "Quiero desarrollar mi proyecto y con él alcanzar el mayor beneficio posible."
Es ahora cuando hemos de hacer de poli malo (que no de quita ilusiones), y hacerle ver quién es él en este momento y explicarle por qué la opción B no va a ser beneficiosa para él, exponiéndole lo siguiente:
· No deseas la incertidumbre, te encuentras incómodo en ella y estás decidiendo tomar la vía del emprendimiento, que es esencialmente incertidumbre.
· Deseas vivir una vida tranquila, sin demasiados sobresaltos. Con la opción B tendrás una mayor probabilidad de sobresaltos al moverte en el terreno de la incertidumbre. Recuerda que vas a sentir angustia constantemente durante mucho tiempo.
· Quieres conseguir dinero para dejar de preocuparte por él. ¿La opción A que te garantiza 10 millones de dólares, no te es suficiente? Con una mínima educación financiera podrías vivir muy cómodamente con esos 10 millones.
Supón que no hemos convencido a Ricardo, incapaz de aceptar lo que le muestra el espejo, y decide tomar la opción B. En este caso, habría sido el deseo irreflexivo de Ricardo y no el sistema de ideas y valores que conforman su identidad, el que le habría llevado a tomar esta decisión.
Esto se puede considerar una mala decisión. No por las diferentes consecuencias, sino porque no es coherente con la identidad actual de Ricardo. En este camino que habrá elegido, tendrá que librar una batalla que no es la suya, lo que le podrá provocar una situación de ansiedad y estrés innecesaria porque, insisto, el deseo que tenía antes de tomar la decisión ha cegado su yo interior; y probablemente ese deseo irreflexivo inicial se haya agotado en poco tiempo, siendo consciente en el futuro de una situación que lo aleja de lo que es y de lo que desea en realidad (a un nivel de mayor profundidad).
Por contra, si efectivamente descubrimos que el verdadero deseo de Ricardo es elegir la opción B, le ayudaremos a transformar su identidad actual recomendándole prácticas y un duro trabajo que ha de aplicar. Si no está dispuesto a esta transformación, la elección B será una mala decisión.
Algunos llaman a esto la filosofía del abandono. No. Ni mucho menos. Es la filosofía del conocimiento de sí, del yo interior; que muchas veces no se escucha porque hay demasiado ruido circulando a nuestro alrededor.
Un verdadero Freeman, el sujeto libre, escucha esa voz y le hace caso, ignorando las otras voces; porque al final se trata de escoger la opción que mejor va con tu naturaleza, la que te hace libre.
Un Freeman pretende vivir la vida de sus sueños, la que sale de su interior, y no la del sueño de otro.

Y ahora, quiero que te mires a ti mismo y me digas cuál de las dos opciones elegirías tú y por qué.
¡Compartir es vivir!
SOBRE EL AUTOR DE ESTA ENTRADA, JESÚS M.C.
Soy creador del blog Coaching Filosófico, donde comparto consejos basados en diferentes escuelas de pensamiento para ayudarte a pensar mejor y para que te construyas un sistema de ideas coherente con tu naturaleza. Si quieres potenciarte y descubrir cuál es tu lugar en el mundo, has dado con el sitio correcto.
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